Hace tiempo que tengo problemas con los papelitos, sobre todo con los restos de los troqueles, papeles minúsculos que, de camino hacia la basura, suelen acabar en el suelo del pasillo.
Así que he decidido poner solución al asunto y he transformado una caja vacía de cápsulas de café en una papelera de sobremesa. Perfecta para los restos de papeles no aprovechables, se vacía con facilidad en el cubo de basura de "papel para reciclar", porque aquí se recicla absolutamente todo. Si luego los papelitos no caen dentro del cubo, es otro asunto. Pero, de momento, el minicubo funciona.
Aquí el antes:
Y aquí el resultado.
Por cierto, aprovecho para presentarlo al Reto de Xènia: Reciclaje, de Fiebre de Scrapbook por la noche.
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